sábado, 14 de noviembre de 2020

Una parábola para exponer el por qué de la precariedad del Antiguo Testamento

 

La parábola de “El grupo de catequesis”.

 

            A un experimentado catequista se le encomendó un nuevo grupo para su catequesis. El grupo estaba compuesto por jóvenes con muchos problemas: había chicos con adicciones varias, algunos con profundos problemas de comportamiento, y muchas otras dificultades.

            Cuando el catequista tuvo su primer encuentro con estos jóvenes les preguntó qué pensaban acerca de la vida y de la muerte, acerca del hombre y de Dios. Y se dedicó a escucharlos con corazón abierto y atento. Entre las ideas que expusieron los chicos, las había de todas clases. También había mucha confusión e ignorancia.

Y este catequista experto supo que hacer crecer a este grupo –tanto por sus problemas de vida, cuanto por sus ideas confusas– le llevaría un largo proceso catequístico. También su experiencia le hacía ver claramente que tendría que tolerar en esos jóvenes –y quizá durante largo tiempo– muchas imperfecciones e incoherencias.

Y esto, no porque el catequista quiera que esos problemas permanezcan allí; al contrario: él quiere ayudarlos a liberarse de esos problemas cuanto antes. Pero este sabio catequista sabe que ayudar a crecer es un proceso delicado, que requiere de pasos graduales, para que sean asumidos por cada uno con conciencia y decisión verdaderas. Sólo un necio podría pretender iluminar todos los errores y curar todas las heridas en un solo día...

 

*              *              *

 

Tres años después –y después de mucho trabajo– los mismos miembros del grupo le decían a su querido catequista: “¡Qué mal que estábamos cuando llegamos! ¡Y cuánto nos ayudaste a crecer!”

           

 

2. Explicación de la parábola.

 

            Todo proceso pedagógico implica etapas, pues los seres humanos vamos aprendiendo poco a poco. Y esas etapas suponen que los primeros pasos no son tan perfectos como los últimos. Incluso puede suceder que en esos primeros pasos del aprendizaje, las personas que van creciendo tengan todavía muchas imperfecciones.

La parábola nos muestra un grupo donde no sólo hay imperfecciones, sino que también hay males: confusión, ignorancia, adicciones, problemas de comportamiento, etc. Pero el sabio catequista sabe que curar esas heridas no es trabajo de un día: hay que iluminar las conciencias, hay que fortalecer los corazones, hay que cambiar los malos hábitos... y todo esto lleva trabajo y tiempo.

 Por eso, pretender cambiar todo lo malo en un día es imposible. Inclusive, sucede frecuentemente que –para llegar de una manera adecuada a un determinado tema de debate y crecimiento– haya primero que dar tres o cuatro pasos previos, para preparar la aparición de esa cuestión delicada.

            Algo parecido a todo esto sucede cuando Dios se va revelando a la humanidad. Dios entabla un diálogo que implica etapas. Y, como vimos, las primeras etapas no son tan perfectas como las últimas. Y esto es así a causa de la imperfección del hombre, que Dios conoce y asume.

            Esto explica que en los textos más primitivos del Antiguo Testamento haya “elementos imperfectos y pasajeros” que hacen a “la divina pedagogía del amor salvífico de Dios” (CCE 122, citando DV 15). Textos que muestran a un Dios vengativo, ideas precarias o actitudes éticas deplorables, no pretenden ser Revelación de Dios, sino que expresan las ideas y vivencias que el Pueblo de Dios tenía al comienzo de su proceso catequístico. Y Dios –indudablemente, el más sabio y paciente de los catequistas– soporta esas ideas y actitudes en su Pueblo, y las va corrigiendo poco a poco. Cuando llega la plenitud de la Revelación, con el envío del Hijo y del Espíritu Santo, aquellos errores del Pueblo alcanzan su rectificación final.

Y así como en todo itinerario pedagógico, hay que juzgar el conjunto del proceso a la luz de los frutos finales, también hay que corregir esas visiones inadecuadas que el Pueblo tiene al principio de la Revelación, con la Revelación plena y definitiva que la Trinidad hace en la Nueva Alianza.

Los ejemplos posibles son numerosos, comenzando con la frase que titula este capítulo: “Endureció Dios el corazón del Faraón...” (Éxodo 9, 12; 10, 20; etc.). Ante esto es lógico preguntarse: ¿Cómo puede ser que Dios le endurezca el corazón al Faraón, y luego lo castigue por tener el corazón duro? Lo cierto es que, en aquellas primeras etapas de la Revelación, el Pueblo creía que la omnipotencia de Dios era la causa de todo: tanto de lo bueno, como de lo malo. Y la razón de esto no es difícil de entender, pues ellos pensaban así: “Si Dios es omni-potente, es decir, todo-poderoso, quiere decir que tiene todo el poder y, por tanto, nadie más puede tener ni siquiera el 1 % de poder; pues, si alguien tuviera aunque sea sólo un 1 % de poder significaría que Dios no tiene todo el poder, sino sólo el 99 %.” Con el tiempo, Dios le fue haciendo entender a su Pueblo que, si bien Él es omnipotente, también es –inseparablemente– sabio y bueno y que, por eso, “retrae” bondadosamente su poder infinito, para dejarnos a nosotros un espacio de verdadera libertad.

Y Dios también le hizo entender que Él nunca es la causa del mal. En este rubro está el que –a mi parecer– es el ejemplo más claro de cómo la Biblia “se corrige a sí misma” o, mas bien, “corrige en sí misma” una idea errónea que el Pueblo de Dios había consignado siglos antes. Pues, si se compara 2º Samuel 24, 1 con 1º Crónicas 21, 1, se verá que en el primer texto se dice que quien tienta a David es Dios, mientras que en el segundo texto se dice que el tentador es... ¡Satán! La razón de semejante diferencia es que son dos textos de épocas distintas –entre los que median varios siglos– y, durante esos siglos Dios le fue enseñando a su Pueblo que el mal nunca surge de Dios, sino que surge de las creaturas, que son realmente libres. Por eso el texto de Crónicas corrige el texto anterior del libro de Samuel.

Y los ejemplos podrían seguir. Sólo consigno uno más, que es muy importante. Dios manifestó que es Trinidad de Personas –Padre, Hijo y Espíritu Santo– recién en la última etapa de la Revelación. La razón de esto es que, si lo hubiera revelado antes, probablemente el Pueblo hubiera caído en el politeísmo, entendiendo que eran tres dioses. Sólo después de largos siglos de “catequesis monoteísta” la Trinidad se reveló como tal, marcando un delicado equilibrio: Dios ni es una sola persona, ni tampoco hay tres dioses, sino que Tres Personas Divinas distintas son una comunión consustancial. Si a nosotros hoy –después de tanto tiempo, experiencia y reflexión– nos resulta difícil percibir estas alturas del Misterio de Dios ¡cuánto más le hubiera costado a Abraham o a David, varios milenios atrás!

Como conclusión general podemos decir que: cuando un contenido del Antiguo Testamento resulta problemático de entender, debemos fijarnos cómo corrige el Nuevo Testamento ese tema y, darnos cuenta que la precariedad del texto antiguo era “paciencia de Dios” que no podía corregirnos todo desde el principio.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Dos parábolas sobre Dios Creador y su creación

 

Dios está dando el ser a todas las cosas, a cada instante.

1.a. La parábola de “El ventilador”.

            Si yo enchufo un ventilador, el ventilador comienza a moverse. Si lo desenchufo, deja de moverse, pero no deja de existir.

            Esto es así, porque la electricidad sólo es causa del movimiento del ventilador, pero no de su existencia. La existencia del ventilador depende de otras causas –como los materiales de que está compuesto, etc.– todas cosas que no son la electricidad. Y por eso el ventilador sigue existiendo, a pesar de que lo desenchufemos.

 

1.b. La parábola de “El manantial y la laguna”.

            En un bello paraje, había una hermosa laguna. Gracias a ella verdeaban los juncos, florecían las plantas, bebían los animales y se arremolinaban los pájaros en las copas de los árboles frondosos.

            Pero esta laguna no existía por sí misma: su agua procedía de un manantial ubicado en las alturas de las montañas lejanas. Nadie se daba cuenta de la relación existente entre aquel manantial y esta laguna, pues el agua llegaba a la laguna por un arroyo subterráneo, invisible a los ojos humanos.

            Pero, a pesar de ser invisible, la relación entre el manantial y la laguna es real: si el manantial dejara de fluir, la laguna dejaría de existir.

 

2. Explicación de las parábolas.

            No siempre encontramos entre los cristianos una comprensión cristiana de la relación entre Dios y su creación. Muchos cristianos tienen una concepción en la cual Dios sería como un gran relojero: Dios crea todo, lo arma todo, le “da cuerda” a su creación –como el relojero a su reloj– y el universo queda andando, independientemente de Dios.

            Pero esta concepción no es cristiana. Lo que el cristianismo nos enseña es que Dios está dando el ser a cada cosa, a cada instante. Todo lo que existe depende radicalmente de Dios, para seguir existiendo. Dios sostiene en el ser, misteriosamente –es decir, invisible y realmente– a todo lo que existe, a cada momento.

            El principio metafísico que expresa esto, dice así: “un efecto depende de su causa, en todos aquellos niveles en los cuales la causa funciona como tal.” Parece difícil de entender, pero no lo es. Para ilustrarlo nos sirve la parábola anterior.

            El ventilador depende de la electricidad como causa de su movimiento, pero no de su existencia. Por eso, si lo desenchufamos deja de moverse pero no deja de existir. Dicho con las mismas palabras del principio expresado anteriormente: “el ventilador depende de la electricidad, en el nivel del movimiento, nivel en el cual la electricidad funciona como causa.” Pero “el ventilador no depende de la electricidad en el nivel de la existencia, nivel en el cual la electricidad no funciona como causa.”

            Pasemos ahora de los ejemplos a las realidades: Dios es nuestra causa a todo nivel, pues es el Creador de todo lo que somos y tenemos. Si nos “desenchufáramos” de Dios no sólo dejaríamos de movernos –como el ventilador– sino que dejaríamos de existir.

            Gracias a Dios, los enchufes están de su lado y no del nuestro, por eso no podemos desenchufarnos de Dios: Él nos dio, nos da y nos dará el ser, por siempre.

 

            La parábola del “El manantial y la laguna”, por su parte, quiere recalcar la relación real de dependencia en el ser, que hay entre nosotros –pequeñas expresiones del ser– y el “Manantial Infinito y Eterno del Ser y de la Vida”, que es Dios.

            Pues de modo semejante a como la laguna existe gracias al manantial, pues éste le comunica algo de su caudal; también nosotros existimos porque Dios nos da el ser.

Y así como el vínculo entre la laguna y el manantial es invisible pero real –tan real que sin ese vínculo la laguna dejaría de existir–; de modo semejante nosotros estamos permanentemente unidos con Dios, que es el “Manantial del Ser” y –sin esta unión con Él– desapareceríamos.

                                                                                

Tomado del libro “Parábolas fáciles sobre temas difíciles”,  de Jorge Fazzari,

Buenos Aires, Editorial Claretiana, 2004.

 

 

Audio de la clase del 12/11: Cuestión 18 - Big Bang, evolución y creación

AUDIO CUESTIÓN 18 

jueves, 5 de noviembre de 2020

Audio de la clase del 5/11: Fe y razón

CLASE DEL 5/11/20 

Cuestión 11: Fe y razón. Resumen desde el Catecismo de la Iglesia Católica (CCE)… y algún comentario mío.

1. Contexto

El Catecismo de la Iglesia Católica presenta la revelación divina en tres capítulos sucesivos:

   - el hombre que busca a Dios, pero no puede encontrarlo con sus solas fuerza humanas (CCE 27-49),

   - por eso Dios sale al encuentro del hombre con su revelación que culmina con el envío de su Hijo y con el don del Espíritu Santo… revelación que se sigue transmitiendo en la historia por el Espíritu y la Iglesia (CCE 50-141),

   - una vez que Dios viene hacia el hombre, éste puede responder a esa revelación –que es también una invitación a vivir en alianza con Dios–  con las virtudes teologales de la fe, la esperanza y el amor de caridad.

 

2. El texto de CCE 142-165. Ideas principales.

- Introducción (142-144)

- Abraham y María aparecen como los grandes ejemplos de fe del Antiguo y del Nuevo Testamento (CCE 145-149)

- La fe es una virtud teologal, es decir, establece una relación directa con Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo (CCE 150-152)

- Las características paradojales de la fe:[1]

                   - es una gracia de Dios y es una actividad del hombre (CCE 153-155)

                   - es sobrenatural en cuanto fe, pero implica la inteligencia natural humana (156-159)

                   - es libre, porque no puede imponerse, pero es necesaria para la salvación (160-161).[2]

                   - es virtud del peregrino, pero mira a alcanzar la meta del encuentro con Dios (162-165).[3]

 

3. Fe y razón.

- Desarrollemos los principales elementos de la relación entre fe y razón (CCE 156-159) que son propios de esta asignatura.

   1. La fe es “sobre” la razón, porque es sobrenatural. No es “sin” razón, y tampoco es “contra” la razón.

   2. “La fe y la razón son como las dos alas con las que el espíritu humano se eleva a la  contemplación de la verdad” (San Juan Pablo II, Fides et ratio 1). Con la “sola fe” (Lutero) o con la sola razón no vamos muy lejos.[4]

   3. Creer es un acto del espíritu humano (razón y voluntad) que acepta la revelación de Dios, con la ayuda de la gracia (cf. CCE 155).

   4. Es razonable creer a Dios, pues Dios es Sabiduría y Amor infinitos y no puede equivocarse ni querer engañarnos (le creemos a un buen médico o a un buen profesional que consultamos ¿por qué no creer a Dios que es más competente que cualquier humano?). Y además la revelación de Dios nos da la ayuda de elementos que hay en la historia: 1500 años desde Abraham hasta Jesús, las profecías que se cumplen, los milagros y la resurrección de Jesús, su coherencia y santidad de vida, la duración del cristianismo a lo largo de los siglos (si no estuviera el Espíritu Santo y dependiera de sólo nosotros no hubiera durado ni 20 años…).

   5. La fe es cierta porque el que revela es absolutamente confiable. Pero conserva un cierto grado de inquietud porque no vemos con nuestros propios ojos lo que creemos… y el espíritu humano se queda satisfecho con la evidencia.[5]

   6. Sin pensar no se puede llegar a creer: ante tantas religiones distintas ¿cómo puedo llegar a elegir una si no puedo discernir, si no puedo criticar? Por lo tanto, pensar bien me puede llevar a la fe.

   7. Y llegado a la fe, naturalmente que voy a querer conocer mejor a Jesús y su mensaje: creer me lleva a “pensar la fe” para creer mejor.

   8. Fe y ciencia no pueden tener conflictos definitivos, porque la fe es revelación de Dios y la ciencia descubre cosas en la creación de Dios. Puede haber conflictos temporarios por varias razones: porque desbordamos nuestros campos de competencia (hacer astronomía con la Biblia o hacer teología con el telescopio), o porque algún dato de alguna de estas disciplinas debe ser revisado porque no es correcto.



[1] La paradoja no es una contradicción (círculo cuadrado) sino la contemplación de dos verdades sobre Dios que –vista cada una en sí misma‒ vemos que corresponden a Dios pero que –cuando queremos sintetizarlas en una contemplación única‒ nuestro pobre espíritu limitado se ve desbordado por la infinitud de Dios. O, dicho de otro modo: la paradoja nace de la convicción de que todas las perfecciones deben existir en Dios, aunque nuestra pobre mente no pueda compatibilizar su coexistencia. Que Dios sea, al mismo tiempo, infinitamente perfecto (lo cual incluye el atributo clásicamente denominado “inmutabilidad divina”) e infinitamente amoroso y compasivo nos parece correcto; pero poder conciliar “inmutabilidad y compasión” queda más allá de nuestra contemplación terrena.

[2] Esto no implica que una persona que no tenga una fe religiosa explícita no pueda salvarse porque hay “creyentes implícitos” (cf. LG 16). Al contrario, una persona que está en la Iglesia “con el cuerpo, pero no con el corazón, no se salva” (LG 14).

[3] Con el título que sigue en CCE 166 se abre otra paradoja, en relación con lo que comenzó en 142: “Creo – Creemos”: la fe es una decisión personal, pero nadie se da la fe a sí mismo, como nadie se da la vida a sí mismo: es esencialmente comunitaria.

[4] Es notable que la Biblia nunca habla de la “sola fe”… ni siquiera San Pablo en quien Lutero suele apoyarse. Al contrario, Pablo dice que “la fe actúa por la caridad” (Gál 5,6) y que “ahora subsisten tres cosas: la fe, la esperanza y la caridad. Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (1Cor 13,13). Otros textos de Pablo con las tres virtudes teologales: 1Ts 1,3; 5,8; 1Co 13,7; Rom 5,1-5; Rom 12,6-12; Col 1,4-5; Efe 1,15-18; Efe 4,2-5; 1Ti 1,11; Tit 2,2.

[5] En la duda, la opinión y el conocimiento los dos elementos de la inquietud y de la certeza son inversamente proporcionales: en la duda hay mucha inquietud y ninguna certeza; en la opinión hay menos inquietud y hay más certeza; y en el conocimiento desaparece la inquietud porque alcanzamos la certeza. La fe es extraña, en comparación con estos modos del conocimiento natural: tiene total certeza pero conserva cierta inquietud, hasta que veamos a Dios “cara a cara” (1 Cor 13,12).

jueves, 8 de octubre de 2020

Audio de la clase de repaso 5 - 8/10

 En el siguiente enlace está el final del repaso de la Cuestión 8, con los "11 datos sobre Jesús" y la presentación de la Cuestión 17 (el problema del mal) que veremos la semana próxima, si Dios sigue queriendo...

REPASO 5

sábado, 5 de septiembre de 2020

Paul Pruyser: Diagnóstico de la fe

En el siguiente enlace encontrarán (parte pasado en limpio en Word, parte escaneado) el trabajo de P. Pruyser que tradujo el P. Frans hace muchos años y que ha demostrado ser muy útil para poder saber dónde se encuentra parado en cuanto a su situación de fe, una persona o grupo.

DIAGNÓSTICO DE LA FE

viernes, 21 de agosto de 2020

Audio de la clase del 20/8 - Repaso de la cuestión 1

En el siguiente vínculo comienza el repaso de las primeras 8 cuestiones, usando el cuestionario guía que está en este mismo blog. Repasamos las preguntas 1 a 4.
Preguntas 1 a 4

viernes, 29 de mayo de 2020

Vocabulario de Teología Bíblica de Leon-Dufour en una versión práctica

En el siguiente link encuentran el Vocabulario de Teología Bíblica de Leon-Dufour en una versión práctica: apretando el botón que está sobre cada letra, aparecen las palabras que empiezan con esa letra.
Para nuestro trabajo, sobre la R aparecerán unas 15 palabras... entre ellas, la que nos interesa: Revelación

VOCABULARIO DE TEOLOGÍA BÍBLICA

Enlace al audio con la explicación de la cuestión 7

Enlace al audio con la explicación de la cuestión 7

domingo, 17 de mayo de 2020

Cuestión 8b - 2020


Cuestión 8b –  Testimonios romanos y judíos sobre Jesús y los cristianos.91

1.  PLINIO, el Joven, en el año 112
En el año 111, el emperador Trajano envió a Bitinia -provincia del Asia Menor- un legado suyo, el procónsul Plinio el Joven. Este trans­mitió una carta al emperador Trajano interrogándole sobre la conduc­ta a tener con los Cristianos. Plinio declara que la investigación que ha llevado a término le ha mostrado que el cristianismo es una gran supers­tición. Por lo que respecta a las prácticas cristianas existe un único punto significativo: "se reúnen antes de salir el sol, cantan himnos a Cristo, como si fuese dios" [essent soliti stato die ante lucem convenire carmenque Christo quasi deo dicere] (Ep. X, 96,7)92. Este texto atesti­gua, de forma neta, el culto a Cristo pero no precisa más. La expresión Christo quasi deo parece indicar que, para él, Cristo no era un dios como los que adoraban los otros hombres. No sin razón, ya hace años el escri­tor judío J. Klausner subrayó el notable valor de esta carta como docu­mento sobre el cristianismo en cuanto movimiento religioso. Es evi­dente, a su vez, que el texto no es independiente de la tradición cristiana primitiva, ya que fue a través de interrogatorios a cristianos como Plinio el Joven conoció lo que comunica a Trajano93.

2. TÁCITO, hacia el año 115
Se trata de un testimonio romano más explícito, nada favorable a los cristianos, en ocasión del incendio de Roma del año 64, en el cual explica que: "para cortar de raíz este rumor (de que Nerón había incen­diado Roma), pretextó unos culpables: personas odiadas por sus deli­tos, y a quienes el pueblo llamaba cristianos. Y los entregó a los más refinados castigos. El fundador de este nombre, Cristo, había sido eje­cutado, bajo el gobierno de Tiberio, por el procurador Poncio Pilato. Pero la detestable superstición (exitiabilis superstitio), reprimida por el momento, volvió a resurgir" (Annales XV: 44,4s.). Es de suponer que Tácito no verificó lo que dice sobre Cristo y Poncio Pilato, dado el tono despreciativo con el que habla de la "detestable superstición" de los cristianos. Probablemente se remite a relatar lo que los cristianos mis­mos afirmaban y recuerda tres hechos históricos de peso: la ejecución de Jesús por un suplicio romano; el procurador Poncio Pilato; y el ori­gen judío del nuevo movimiento religioso94.

3. SUETONIO, hacia el año 120
En su Vida de Nerón, Suetonio menciona la persecución de los cris­tianos, pero no dice nada sobre qué reclamaban. En su Vida de Claudio habla marginalmente de la expulsión de los judíos de Roma y señala que Claudio: "expulsó de Roma a los judíos que, bajo el influjo de Chrestos, no cesaban de agitarse" (ludaeos impulsare Chresto assidue tumultuantis Roma expulit: XXV,11). Los Hechos de los Apóstoles nos recuerdan este mismo decreto: "Pablo encontró en Corinto un judío llamado Áquila, que acababa de llegar de Italia a causa de un edicto de Claudio que ordenaba a todos los judíos que se alejasen de Roma" (Hech 18,2). Áquila es considerado un judío discípulo de Jesús. La insurrección de la cual habla Suetonio y que tiene origen en un "cierto Chrestos", ¿no podría reflejar una querella interna de la comunidad judía de Roma donde los partidarios y los adversarios de Cristo se oponían? La iden­tificación de Chrestos con Cristo es común actualmente, ya desde E. Renán (1869), seguido por M. Goguel en campo protestante, J. Klausner en campo judío, L. Duchesne y P. Battifol, entre los historiadores católicos clásicos95.

4. FLAVIO JOSEFO: un escritor judío habla de Jesús
Tácito, Suetonio y Plinio hablan de Cristo, en cambio el judío Flavio Josefo habla de Jesús siendo el primer y más importante "testi­go" de la vida y de la actividad de Jesús. Ahora bien, ¿lo cita una o dos veces? Veamos en primer lugar, la cita que no comporta dificultad, texto redactado entre el 93/94:
"Después de la muerte del procurador Festus (año 62) y antes que su sucesor Albinus llegase, el gran sacerdote Anan reunió un Consejo ante el cual hizo presentar Santiago, hermano de Jesús, llamado el Cristo y algunos otros. Le acusó de haber vio­lado la Ley y les condenó a ser apedreados" (Ant 20: IX,1).
Precisamente en la epístola a los Gálatas, Pablo habla de "Santia­go, hermano del Señor" (1,19). Normalmente se piensa que se trata del mismo personaje que se encuentra en Hech 12,17; 15,13 y 21,1896. Pero el interés de este primer texto de Josefo es su mención de Jesús.[1]
Pero ¿quién era este Jesús? Esto nos lleva al escrito más famoso de Flavio Josefo, conocido comúnmente como el Testimonium Flavianum. Pocos textos históricos han sido más frecuentemente citados, más apasiona­damente rechazados y denunciados como falsedad literaria, o defen­didos con fuerza y editados con cuidado, que el llamado Testimomum Flavianum, un breve texto que habla sobre Jesús en Antiquitates Judaicae XVIII, 4.397.
Tal como afirma el judío S. Pines, editor de la versión árabe de este texto, si es auténtico, contendría el testimonio más antiguo sobre Jesús, escrito por un hombre que no era cristiano98. Tal afirmación, escrita en 1971, tiene una gran importancia y ha replanteado de nuevo este impor­tante testimonio, ya que hasta entonces parecía muy difícil, por análi­sis interno, que fuera auténtico. De hecho el descubrimiento de S. Pines aporta una respuesta a ciertas aporías que presenta el texto de Josefo más conocido. En efecto, existe otra recensión diferente del Testimonium que poseemos, que se encuentra en una obra árabe del siglo X, la Historia Universal de Agapius, obispo melkita de Hierápolis en Siria. Veamos ahora el texto original propuesto y en paréntesis recogeremos los complementos del texto tradicional del Testimonium Flavianum:
"En esta época vivía un hombre sabio, llamado Jesús [si se le puede llamar un hombre], cuya vida era perfecta y realizó obras admirables (='paradoxon'): sus virtudes fueron reconocidas y muchos judíos y paganos se hicieron discípulos suyos [era el Mesías-Cristo]. Pilato le condenó a la muerte en cruz [los que lo habían amado durante su vida no lo abandonaron después de su muerte]. Los que eran discípulos predicaron su doctrina. Afirmaron que se les había aparecido como viviente después de tres días de su pasión [se les apareció como viviente y resucitado al tercer día, tal como los santos profetas habían predicho que rea­lizaría milagros. Es de él, donde los Cristianos que encontramos aún ahora, han sacado su nombre}. Quizá era el Mesías acerca del cual los profetas habían contado tantas maravillas... Y hasta hoy día existe la comunidad de los cristianos que se denominan así en referencia a él".[2]
Pueden advertirse notables diferencias, así no se encuentra la frase "si se le puede llamar un hombre"; no se dice que "se les apareció" sino que "afirmaron que se les había aparecido"; no se añade que "era el Mesías-Cristo", sino que "quizá era el Mesías-Cristo". Como se pue­de observar estos puntos son los que precisamente creaban dificultad para aceptar la autenticidad de este Testimonium Flavianum. Es por esto que la hipótesis del historiador judío S. Pines parece verosímil y es significativa para la imagen de Jesús de Nazaret en el ámbito judío, no cristiano.
En efecto, el texto de Flavio Josefo confirma, no solo la historici­dad de Jesús, sino que a su vez atestigua que entre los mismos judíos gozaba de reputación como hombre sabio y virtuoso. Además mues­tra que Josefo conocía la fe de los cristianos en la resurrección. Un punto final es interesante tener en cuenta: mientras el texto tradicio­nal implicaba a los judíos notables en la condena de Cristo, la versión árabe -probablemente la más original- ¡carga toda la responsabilidad en solo Pilato!99.
En definitiva, aparte del testimonio más relevante de Flavio Josefo, lo que los escritores romanos citados nos dicen sobre Jesús es bastan­te reducido, y si exceptuamos Tácito, tan solo nos muestran la exis­tencia de comunidades de creyentes que se referían a Cristo. La pobre­za de estos datos tiene también sus analogías. Así, por ejemplo, Herodoto habla de la religión de los persas sin nombrar Zoroastro, y Dión Casio narra la revuelta judía bajo Adriano sin escribir el nombre de Bar Kojeba. Es evidente, además, que antes que una religión sea un acontecimiento histórico visible, los historiadores no pueden hablar del fundador de esta religión, y esto para el cristianismo no sucedió hasta el primer tercio del siglo II. Por esta razón, aunque "es poco" cuanti­tativamente lo hallado, podemos afirmar ya "es mucho" para la con­firmación de la existencia histórica de Cristo100.
Concluyendo, pues, y a pesar de su austeridad, las noticias de estos autores sobre Jesús -especialmente Tácito y, sobre todo, Flavio Josefo- nos confirman su historicidad y permiten controlar distintas datos de la tradición cristiana primitiva que se pueden resumir así:
  1. Un cierto "Cristo", originario de Judea, que realizaba mila­gros ["obras admirables": flavio JOSEFO], fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato (años 26-36,) bajo el principado de Tiberio [cf. TÁCITO; flavio josefo] ;
  2. Hacia el año 50, los judíos en Roma se querellaron bajo el nom­bre de Chrestos [cf. SUETONIO];
  3. En el año 64, Nerón persiguió y ejecutó seguidores del Cristo [cf. tácito y suetonio];
  4. Hacia el 93/94, existía la comunidad de los "cristianos" en referencia Cristo [cf. FLAVIO JOSEFO];
  5. En el año 112, hubo una investigación sobre las actividades de los cristianos: se reunían un cierto día a la semana para cantar himnos a Cristo y para compartir la cena en común [cf. PLINIO el Joven].


Notas
91.    Cf. estos autores con los textos citados en, R. Penna, Ambiente histórico-cultural de los orígenes del cristianismo, Bilbao 1994, 295-351, y, más brevemente, P.M. Beaude, Jesús de Nazaret, Estella 1988, 11-18.
92.       Plinio el Joven, Cartas, Madrid 1917, 175.
93.       Cf. J. Klausner, Jesús de Nazaret (1907), Buenos Aires 1971, 58s.; cf. la sínte­sis de G. Theissen, El Jesús histórico, 100-102; sobre la relación con la Eucaristía, cf. J. Jeremías, La última cena, Madrid 1980,146.
94.    Cf. el texto en, Tácito, Anales XI-XVI, Madrid 1986, 244s., n" 471; sobre la validez de este texto, cf. J.P. Meier, Un judío marginal 1, 109-111.110, donde subraya que es "obviamente auténtico".
95.       Cf. el texto en, Suetonio, Vidas de los doce Césares II, Madrid 1968,102s.; cf. la expresión "cristianos" (Hech 11,26; 26,28; 1 Pe 4,16) la cual en el manuscrito Sinaítico de primera mano se lee Chrestianoi y en el manuscrito Vaticano consta como Crístianoi.
96.    Cf. J. Cantinat, Introducción crítica al Nuevo Testamento II, Barcelona 1983, 78-83; P. Winter, Jesús y Santiago según Josefo en, E. Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús I, Madrid 1985, 550-567.
97.    Cf. la síntesis sobre su interpretación reciente de, L. García Iglesias en, Intro­ducción general a Flavio Josefo, Autobiografía. Contra Apíón, Madrid 1994,58-62 (El "testimonium Flavianum"), y C. Vidal, El judeo-cristianismo palestino en el siglo I, Madrid 1995,36-46.
98.    An Arabic Versión ofthe Testimonium Flavium and its Implications, Jerusalén 1971, 5; cf. R.E. Brown/J.P. Meier, Antioch and R.ome, New York 1983, 100-102.
         99. Cf. la comparación realizada por el mismo S. Fines, An Arabic Versión, 14-73.72, y que concluye así: "According to this hypothesis Jesús was described by Josephus (just as he was by Matthew 1,16) as ho légamenos cbristós not only because his adhe-rents considered that this title was rightfully his, but also because at that time everyo-ne, both adherents and oponents, knew that this was a cognomen peculiar to Jesús"; A.M. Dubarle, Le témoignage dejosephe sur Jesús d'aprés la tradition indirecte: RB 80 (1973) 481-513; Le témoignage dejosephe sur Jesús d'aprés des publications recentes: RB 84 (1977) 38-58.58, donde aporta el testimonio de un nuevo texto árabe, Kttab al-Kafi de un autor del siglo XIII, próximo a Alejandría, que sigue el texto antiguo cuyo valor estaría en que "nous reseigne done, sur la notoriété de Joséphe chez les chrétiens de Syrie"; cf. la presentación de los textos en, AA.VV, Flavio Josefo, Estella 1982, y, sobre todo, el análisis detallado y reciente de J.P.Meier, Un judío marginal 1, 79-108.
100. Cf. M.J. Harris, References to Jesús in Early Classical Autbors en, D. Wenham (ed.), The Jesús Tradition Outside the Gospels: Cospel Perspectives 5, Sheffield 1984,343-368; la síntesis actualizada de C.A. Evans, Jesús in non-cbrístian sources en, B. Chilton/ C.A. Evans (eds.), Studying the Histórica! Jesús, Leiden 1994,442-478, y G. Stanton, ¿La verdad del evangelio?, Estella 1999, 167-173.




Tomado de S. Pié-Ninot, La Teología Fundamental, Secretariado Trinitario, Salamanca, 2001, pp. 361–365.






[1] Dado lo común que es el nombre “Santiago” (en hebreo es “Jacob”) Josefo necesita especificar qué Santiago es; y el modo más fácil de identificarlo es diciendo que es el “hermano de Jesús, llamado Mesías”. Nótese que no dice “hermano del Señor” como hace el NT o los escritores cristianos, lo cual lo hace verosímil como texto de un historiador judío y no un agregado de un creyente cristiano. Además, esta noticia no se detiene a hablar sobre Jesús (como habría hecho un creyente cristiano) sino que aquí “el importante” es Santiago y la consecuencia que su muerte ilegal tuvo en el mundo judío, que fue la destitución del sumo sacerdote Anan (que es de lo que sigue hablando luego el texto de Josefo): cf. J. P. Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, Estella (Navarra), 1998, I, 62ss.
[2] J. P. Meier en su reconstrucción del Testimonium extrae la frase sobre la resurrección, pero él mismo acepta que es difícil que (siendo los cristianos contemporáneos suyos la fuente más probable de esta información sobre Jesús) Josefo no incluyera la afirmación de fe más importante para ellos: cf.  Ibid., 72. No obstante, son atendibles los reparos que Meier muestra respecto de la versión árabe: cf. p. 81s, nota 37.

Audio de la clase del 14 de mayo sobre unidad 5

En el siguiente enlace encontrarán el audio de la clase indicada:
UNIDAD 5

domingo, 10 de mayo de 2020

Cuestión 6 - Religión revelada e historia


Cuestión 6: ¿Dios le habló a la humanidad? (Religión revelada e historia).

            En la cuestión 5 vimos que es, no sólo posible, sino incluso probable, que Dios le hable a la humanidad. Los judíos y los cristianos decimos que esa revelación comenzó cuando Dios llamó a Abraham. Y los cristianos decimos que esa comunicación de Dios con la humanidad alcanza su cumbre en el envío de su Hijo al mundo.
            De aquí en adelante deberemos revisar si estas afirmaciones tienen suficiente fundamento, como para ser aceptadas razonablemente por una persona sensata.


1. La conveniencia de una revelación de Dios en la historia.

            El hombre es un ser histórico por naturaleza. Por eso, si Dios quisiera comunicarse con el hombre, sería conveniente que lo haga en la historia, que es el ámbito propio del hombre. Además, esto dejaría a salvo la trascendencia de Dios –que se manifestaría en la historia, pero no estaría “encerrado” en ella– y mostraría el valor mismo de la creación y de la historia del hombre (al contrario de las religiones puramente místicas, que huyen de la historia, y desprecian la creación material).
            Además, el hombre es un ser relacional por naturaleza. Toda su existencia está tejida de relaciones y mediaciones, desde su mismo origen: sus padres, su familia, su cultura... Nadie se da la vida a sí mismo; y el ser humano no puede desarrollarse sin un entorno humano. Por eso, también será conveniente que la revelación de Dios respete esta relacionalidad del hombre. Razonablemente podemos esperar, entonces, que en la revelación de Dios haya un tejido de relaciones interpersonales y mediaciones.
Por eso, si alguien no descubre que Dios le haya hablado en su propia existencia individual, debe volcarse a investigar en la historia, para ver si Dios le ha hablado a la humanidad. Porque si Dios le ha hablado a la humanidad, entonces le ha hablado a cada miembro de la gran familia humana.


2. La revelación sobrenatural-histórica.

            El cristianismo, como religión revelada y sobrenatural, presenta una conjunción ideal de los elementos que el hombre no logró congeniar en las religiones naturales que había inventado. El cristianismo:
            – valora la naturaleza como creación de Dios, y primer “mensaje” de Dios a la humanidad; y muestra que la naturaleza está al servicio del hombre, que es “imagen de Dios”. Pero rechaza la divinización de la naturaleza, cosa que sucedió en diversas idolatrías y panteísmos.
            – valora la mística y la interioridad humana, pues el cristianismo es diálogo y comunión con Dios, que se fundamentan en la fe, la esperanza y el amor; además, implica la oración y la meditación. Pero no cae en el exceso que cayeron las religiones puramente místicas (individualismo, subjetivismo, dualismo); pues la mística cristiana lleva al compromiso histórico, al servicio fraterno y a la comunión universal.[1]
            – valora la historia como ámbito propio del hombre y de la comunidad humana, y lugar de encuentro del hombre con Dios. Además, la historia implica la libertad del hombre, y es el ámbito propio del diálogo –que necesita del tiempo para desarrollarse–. Todo esto no sucedía ni en las religiones que divinizaban la naturaleza, ni en las religiones puramente místicas.[2]
Que esta conjunción que presenta el cristianismo sea ideal, es un signo que manifiesta que el cristianismo procede de Dios... pues ninguna creación humana es ideal.
Además, la dimensión histórica del cristianismo –y, antes, de la Antigua Alianza– permiten que el hombre “escape” del eterno retorno (circular), que era la visión del mundo que tenía toda la humanidad antes de la revelación divina, y en la cual el hombre quedaba sin posibilidad de trascendencia. En cambio, la visión bíblica de la historia no es circular, sino lineal; y con una línea ascendente... que conduce hacia la plenitud, hacia la felicidad, y hacia Dios mismo.


3. La sabiduría, belleza y bondad de la revelación sobrenatural histórica.

            La revelación de Dios en la historia se produce por medio del diálogo, y tiene por finalidad la comunión.
            La Palabra de Dios habla, revela y promete, y el hombre escucha, cree y espera.
            En la historia, Dios bendice y libera, y el hombre responde a Dios con su alabanza y con su amor.
            En la historia, Dios se forma un Pueblo, que recupera a la humanidad de sus divisiones, odios y confrontaciones.
            En la historia, Dios invita al hombre al encuentro, y el hombre –desde su libertad– acepta... o no.


4. Las etapas de la revelación y la plenitud que es Cristo: leer CCE 54-65.

5. Consecuencia de la plenitud que es Cristo.

            1. Para la misma revelación: leer CCE 66-67.
            2. Para la Iglesia: CCE 849-850; 858-863.


[1] En las religiones de la naturaleza, la naturaleza es divinizada; en las religiones puramente místicas, la naturaleza es negada; y, en ambos casos, la naturaleza es desnaturalizada.
[2] ¿Cuál es diferencia entre tiempo e historia? El tiempo es una realidad “física”: el tiempo pasa para todos: para los hombres pero también para las hormigas, los potus y los autos. En cambio, sólo los seres humanos hacemos historia y vivimos historias: la historia implica libertad, diálogo, encuentro o desencuentro, etc.